AUTOCONOCIMIENTO Y EDUCACIÓN
Generalmente, cuando hablamos de educación nos referimos a adquirir unos conocimientos específicos sobre algo y una cultura general que nos permitan insertarnos en la sociedad, en la cultura en la que nos toca vivir y que está orientada hacia unos determinados objetivos y propósitos que vienen determinados por los poderes que dirigen, que orientan a dicha sociedad en una determinada dirección a nivel colectivo en todos sus aspectos:
Político, Económico, Social, Cultural, Religioso, espiritual etc.
La sociedad en cuestión también está orientada a que las personas se rijan por unos determinados paradigmas sobre el mundo y la realidad, y con unos determinados valores, que van a otorgar valor precisamente, y valga la redundancia, a unas cuestiones de la vida y no a otras.
Todo este proceso va a introducir en las personas un tipo de mente, de racionalidad, de mentalidad, de visión de las cosas, que nos va a hacer funcionar en el mundo y la vida de acuerdo a eso que hemos recibido por parte de la sociedad, de la cultura, que nos ha educado, nos ha modelado, nos ha esculpido como individuos, de acuerdo a unos intereses y objetivos determinados.
Por tanto, lo que la educación a nivel oficial trata es de instruir, formar, etc., en todas aquellas cuestiones o áreas que se supone nos van a servir para integrarnos, insertarnos, incorporarnos a la sociedad o cultura en la que vivimos con las mayores garantías, para que podamos adaptarnos lo mejor posible a lo que la sociedad de turno nos demanda, nos pide y seamos así unos buenos ciudadanos plenamente adaptados a nuestro entorno social y al sistema o estilo de vida que se nos impone desde todos los ámbitos y que parece ser el mejor de los posibles y donde el ser humano va a sentirse feliz y pleno. Parece ser la única orientación posible en la vida.
Pero, ¿esto es realmente así? Habrá que investigarlo, ¿no? Habrá que ponerlo, cuando menos, en duda e indagar o explorar si hay otros modos de vivir alternativos a los que nos proponen.
Porque, ¿quién decide qué es lo importante y qué no? ¿En lo que hay que educar y en lo que no? ¿Y en base a qué criterios? ¿Participamos nosotros como ciudadanos conscientes en todas esas decisiones que van a influir tanto en nuestras vidas y en nuestro desarrollo como seres humanos?
¿Y qué hay de todos esos aspectos en los que no nos educan en el sistema educativo oficial? ¿No son importantes? ¿Por qué no se incluyen en la enseñanza?
Creo que para que una educación sea completa ha de tener en cuenta a la persona como un todo y que la educación, por tanto, ha de ser holística, tomando en cuenta no solo el aspecto de formar al individuo en lo que se supone que la sociedad demanda, sino en lo que los propios seres humanos demandan y necesitan, no solo a nivel externo, sino también a nivel interno.
Si esos aspectos no están cubiertos por el sistema oficial y sus intereses, nos tocará a nosotros tomar la iniciativa y educarnos a nosotros mismos en todas aquellas cuestiones que consideremos importantes para nuestro autoconocimiento y desarrollo, no solo a nivel personal, sino también a nivel espiritual.
Creo, por tanto, que el autoconocimiento también implica una gran labor de educarnos a nosotros mismos a todos los niveles y, si no nos educan, nos tocará a nosotros mismos educarnos. Si no lo hacemos, nadie lo hará por nosotros.
Por tanto, nosotros como seres conscientes y libres hemos de tomar la iniciativa en estas cuestiones de vital importancia.
Para iniciar un camino de autoconocimiento y crecimiento interior, el yoga y la meditación son caminos milenarios y de una gran solvencia y profundidad, y van de la mano el uno con el otro.
En todas las tradiciones de sabiduría han jugado siempre un papel importante: la meditación, la oración, el silencio, la contemplación, la reflexión, la indagación, etc. Cosas que hoy en día apenas forman parte de la vida de las personas porque en los estilos de vida actuales de tanta actividad en lo externo, no se cultiva la vida ni el trabajo interior; por tanto, nos toca nuevamente a nosotros mismos tomar la iniciativa en dichas cuestiones de autoconocernos y autoeducarnos en todo aquello que no se nos educan.